Ante la difusión de fotos de San Fermín en la que decenas de hombres arrancan la ropa y manosean a una mujer, Emi Arias argumenta por qué aceptar esas imágenes como una alegre bacanal legitima la dominación masculina y el acoso sexista
Una chica sube a los hombros de un chico durante el chupinazo. “Gora San Fermín” y tal. Hasta aquí todo más o menos normal. Puede que la chica se quite la camiseta si le apetece y que haga lo mismo con el sujetador si así le parece.
Ellos, en su orgía interior de kalimotxo, toros y testosterona, no se preguntan si ella desea ser tocada o no, ni le acarician para darle placer. Lo hacen simplemente porque si hay una teta, se ven con derecho a tocar esa teta
Es una estampa cada vez más habitual en estas fiestas y, aunque cada foto es diferente, todas tienen algo en común: decenas de manos de chicos rompen la ropa de la chica en cuestión y manosean absolutamente todo lo que desean sin, por supuesto, esperar consentimiento por la otra parte.
No tengo nada que decir sobre ellas, que ejercen -en algunos casos, porque en otros les desnudan directamente- su derecho a desnudarse, y eso es estupendo. Ponerse en cueros no es una invitación al baboseo ni significa “barra libre”. (Depende de la ordenanza municipal de turno puede darte algún problema pero ese es otro cantar, claro….).
Asumiendo y respetando que alguna chica disfrute en esa tesitura y se excite con los tocamientos, es necesario resaltar lo peligroso de legitimar públicamente el acoso cuando se trata de un problema no resuelto en nuestra sociedad.
Ellos, en su orgía interior de kalimotxo, toros y testosterona, no se preguntan si ella desea ser tocada o no, ni le acarician para darle placer ni para terminar en una apetecible bacanal griega. Lo hacen simplemente porque creen que pueden hacerlo y porque, me repito como el ajo, el acoso está peligrosamente legitimado, y para muestra un botón.
Que nos arranquen la ropa sin permiso o nos toquen cuando nos levantamos la camiseta porque nos apetece responde a un modelo de dominación machista, en un contexto social patriarcal y solo perpetúa estereotipos que de tanto criticarlos me aburro. Es decir, si hay una teta, ellos se ven con derecho a tocar esa teta.
Es sexista, porque al revés jamás sucedería. En las que salen chicos sin camiseta no hay ni una sola mano curioseando en su torso
Es sexista, simplemente porque al revés jamás sucedería. No ha pasado, y si alguien lo ha visto que me lo cuente, que una turba de mujeres se lance contra el que decide mostrar sus genitales en público. Y si pasa es la excepción y no la norma ni, como en este caso, la moda. Simplemente no nos sentimos legitimadas para tocar a una persona que se desnuda sin consentimiento por la otra parte.
Cuentan sobre el chupinazo que a una chica “literalmente la subieron entre cinco, la desnudaron, arrancándole las ropas, y la tocaron, con poca opción de decidir nada”. ¿De verdad alguien considera que en esa situación tenemos la opción de decidir hasta dónde?
Esto no es una bacanal, es el circo de la testosterona.
Y entonces alguien dirá: “ella está la mar de contenta”. Estupendo, puede que ella, si es que ha tenido opción a negarse tras subir su camiseta, quiera ser tocada, pero ¿y qué sucede cuando una no quiere o quiere parar en algún momento? Y, por otro lado, en estas fotos, a mí no me deja muy claro que esas mujeres en concreto se lo pasen pipa. He estado en partidas de parchís en las que he demostrado más placer del que expresa su lenguaje corporal en esa situación tan “cómoda” y “diver”.
Y entonces alguien dirá: “ella está la mar de contenta”. Estupendo, puede que ella, si es que ha tenido opción a negarse tras subir su camiseta, quiera ser tocada, pero ¿y qué sucede cuando una no quiere o quiere parar en algún momento? Y, por otro lado, en estas fotos, a mí no me deja muy claro que esas mujeres en concreto se lo pasen pipa. He estado en partidas de parchís en las que he demostrado más placer del que expresa su lenguaje corporal en esa situación tan “cómoda” y “diver”.
Y que no se me olvide que después le llamarán “guarra” en el autobús de vuelta a casa por participar en una supuesta fiesta en la que ellos ponen las normas una vez más
El caso es que, una vez más, esta fiesta cargada de testosterona pone a las mujeres en una determinada posición y ellos se colocan en otra que, ¡oh! ¡sorpresa!, es la de quién toca frente a quién es objetualizada. Las fotos se han difundido como “qué bien se lo pasan en Sanfermines” y, curiosamente, en las que salen chicos sin camiseta no hay ni una sola mano curioseando en su torso. ¡Ah! Y que no se me olvide que después le llamarán “guarra” en el autobús de vuelta a casa por participar en una supuesta fiesta en la que ellos ponen las normas una vez más.
Esta imagen, que si nos las damos de “superjapis” y vivimos en “Lollipop World” sería el fiestorro de la liberación, me parecería estupenda si no viviésemos en una sociedad machista, si el patriarcado fuese solo un mal recuerdo y si al final de los Sanfermines el saldo de violaciones no fuese de una media de 3 mujeres cada año. Además, se denuncian centenares de agresiones sexuales y otras tantas ni se denuncian porque se entienden como propias del exceso, del desenfreno… Vamos, lo “normal”. Esta guay que nos desnudemos y toquemos todos, todas y todxs en la plaza pública pero que no se nos olvide el contexto, la sociedad en la que vivimos y las relaciones de poder que imperan. El contexto es que las feministas navarras están luchando para prevenir y actuar contra la violencia sexual muy extendida durante estas fiestas.
No es la primera vez que escucho barbaridades sobre lo que pasa en la plaza durante el chupinazo. No es casualidad que sea un espacio tan masculinizado. Por algo muchas redactoras que conozco se niegan a hacer directos en la plaza porque han sufrido alguna vez agresiones machistas, incluso delante de las cámaras. Curiosamente, también les tocaron las tetas. ¡Qué obsesión!
A X le arrancaron la ropa cuando volvía de fiesta. La calle estaba llena de gente pero nadie hizo nada. La tocaron por todas partes, le sobaron sin consentimiento y se fueron partiéndose de risa. En el juicio solo hubo alguna condena mínima por agresión pero ninguna por agresión sexual. (Noticia de 2012, Diario de Navarra)
Y me adelanto; ni puritana, ni del Opus, ni heteronormativa, ni amor romántico, ni me asusta un pezón, ni me hace falta un pollazo ni nada. Me encanta que me toquen las tetas pero yo decido quién y yo decido cuando, cómo y cuantos.
Y después se van a los encierros que, por cierto, sirven para llevar a animales a una plaza para torturarlos hasta la muerte. Qué hombría, qué valientes, qué cojones tienen los que corren. Cuánto macho. Gora San Fermín.
Emilia Laura Dominguez
Fotos: Reuters
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